Andrés Cabanas
La coyuntura actual revela una amenaza y una oportunidad. La amenaza indica que sectores de poder pueden aprovechar la crisis para “sanear” un régimen político en descomposición y caída libre, debido a la pérdida de legitimidad, las encarnizadas disputas entre elites por el control de negocios y la persistencia de resistencias comunitarias, a lo que se añade el desmoronamiento como operador político del Partido Patriota.
La coyuntura actual revela una amenaza y una oportunidad. La amenaza indica que sectores de poder pueden aprovechar la crisis para “sanear” un régimen político en descomposición y caída libre, debido a la pérdida de legitimidad, las encarnizadas disputas entre elites por el control de negocios y la persistencia de resistencias comunitarias, a lo que se añade el desmoronamiento como operador político del Partido Patriota.
Este saneamiento se concretaría en el tiempo electoral (sumido en la incertidumbre: puede ser suspendido y dar
paso a un gobierno de transición, o encaminado a un vuelco en las preferencias
electorales) y en medidas políticas que renueven el pacto de elites de 1985, a partir de la convocatoria a
Asamblea Nacional Constituyente, reforma de leyes
fundamentales, ataque parcial a la corrupción y el contrabando, capturas
y juicios ejemplarizantes (¿Juan Carlos Monzón, Roxana Baldetti?) y otras. Las medidas de
fuerza (ruptura institucional) y una reconfiguración sumamente autoritaria y
violenta del modelo político están vigentes: el PlanB si la crisis se agudiza sin control.
En ambos casos, se mantendrían inmutables las claves del modelo de acumulación, es decir, inversión privada irrestricta, instituciones y leyes construidas a favor de las empresas, régimen de derechos limitado, persecución y violencia contra defensores del territorio.
La oportunidad
deviene de este hecho fundamental: la develación el 16 de abril de una red de
corrupción que implica judicialmente al Secretario Privado de la Vicepresidenta,
confronta otros liderazgos, políticas e instituciones, y debe llegar a
cuestionar el ejercicio mismo del Poder.
Se abre la veda de la crítica estructural de este Estado y este sistema. El debate y las propuestas
se destraban
por vez primera en muchos años, con consecuencias imprecedibles, pero que con
seguridad van más allá de la exigencia de juicio a la Vicepresidenta. La
indignación y la propuesta se amplían: de sectores organizados a sectores
urbanos hasta ahora apáticos o anuentes a la dominación autoritaria, con participación importante de jóvenes (lo que por sí mismo alude a un recambio ético y generacional).
La posibilidad de
un parteaguas y un cambio en la correlación de fuerzas está presente, aunque de
manera preliminar e incierta. El
malestar expresado por vez primera por sectores urbanos contra el Presidente y
la Vicepresidente (de carácter tan focalizado como trascendente, puesto que
afecta a operadores políticos y articuladores de actores de poder fundamentales)
podría crecer y profundizarse hasta convertirse en rechazo de la hegemonía
autoritaria (racista, clasista, profundamente machista, individual,
insolidaria, mercantilista) en la visión política de elites y sectores medios
urbanos.
Consecuentemente,
estos sectores deberían avanzar hacia reivindicaciones que van más allá de la
renuncia del gobierno y la denuncia de una estructura de corrupción: la solicitud de transformar un Estado criminal corporativo y modificar un modelo de desarrollo excluyente y violento (modelo llevado a extremos de represión,
restricción de derechos y enriquecimiento individual por el gobierno de Otto
Pérez Molina).
Memoria histórica y genealogía de las luchas
Memoria histórica y genealogía de las luchas
En cualquier caso, las
movilizaciones de jóvenes, sectores urbanos y clases medias, iniciadas con la
masiva manifestación el 25 de abril (continuada el 1 y el 2 de mayo) tienen que construirse y fortalecerse con las manifestaciones y luchas “territoriales” (territorio
referido a un espacio físico y a una identidad socio político y cultural que
tiene a los pueblos, comunidades y organizaciones de defensa de la vida como referentes).
La memoria
histórica y la genealogía de las luchas nos ubica como herederos de
reivindicaciones. El proceso actual no surge de cero sino de un acumulado de
construcciones colectivas, aunque no siempre seamos conscientes de su impacto y
trascendencia. “En Guatemala los pueblos originarios y su lucha llevan ya despiertos más de
500 años. Ciertamente en la ciudad capital, donde se concentra el voto
conservador y el silencio fue cómplice clave del último genocidio, se dan
esperanzadores pasos que cuestionan a la autoproclamada derecha popular que hoy
nos gobierna” afirman las Comunidades de Población en Resistencia/CPR
Urbana.
En el periodo reciente, tras la firma de la paz (a partir del periodo que Simona Yagenova conceptualiza como nuevo ciclo de movilizaciones sociales) identificamos esfuerzos significativos de movilización y articulación para la
transformación.
Todos estos eventos
se desarrollaron de forma masiva (en ocasiones, involucrando a toda la
comunidad), articularon diferentes sectores sociales (parafraseando al semanario Contrapoder,
gente de todos los colores), se
construyeron desde la opinión de comunidades urbanas y rurales, se condujeron de
forma “ordenada”, constituyeron fiestas ciudadanas y comunitarias, aunque no tuvieron repercusión en los medios de
comunicación, que enfatizaron estas mismas características
como distintivos de la marcha del 25 de abril. Reproduzco aquí una parte
de estas movilizaciones, con su caracterización e impacto fundamental:
Movimiento
Nosotras las mujeres,
2002 y 2003. Se opuso a la entronización del poder militar y genocida en la
conducción del Estado. Fundamental para impedir el acceso del general Ríos
Montt a la presidencia del gobierno en 2003. Se desarrolló en todo el
territorio nacional, con una estrategia de comunicación y artística impactante.
Manifestación
por la constitución de la Coordinadora y Convergencia Nacional Maya Waqib´Kej, noviembre 2003.
Rearticulación de organizaciones indígenas, a partir del fracaso de las mesas
paritarias y el incumplimiento de los Acuerdos de Paz. La Convergencia Waqib´Kej apostó por la
movilización social y la formación política, preparando la etapa de refundación
del estado, búsqueda de la autonomía y libre determinación.
Manifestación
solidaria de los pueblos de Sololá con pueblos de San Marcos afectados por la
instalación de la minera Montana, enero de 2005. La solidaridad implicó el
rechazo comunitario al paso de un cilindro por la carretera interamericana.
Luchas
contra el Tratado de Libre Comercio, marzo de 2005, visibilizaron el papel de
las empresas transnacionales y gobiernos en la construcción de un Estado
excluyente y represor, construido para intereses de unos pocos.
Consultas
comunitarias de Río Hondo, Zacapa, y Sipakapa, San Marcos, junio y julio de 2005,
y más de 80 consultas comunitarias posteriores, con participación de población
rural y urbana de las comunidades. Han involucrado a casi un millón de personas (de áreas urbanas y rurales) bajo los principios de democracia directa, reconstrucción de
formas propias de organización comunitaria, defensa del territorio y de un
modelo de vida propuesto por las comunidades y no por las empresas.
Manifestación
contra la minería y contra la privatización del agua y la energía eléctrica en
Totonicapán,
2005 y octubre de 2012. Participación masiva de los 48 cantones de Totonicapán. En 2005 se calcularon más de 40,000
participantes.
Manifestación
final del III Encuentro Continental de Pueblos Indígenas, marzo de 2007. Se articuló bajo el lema De la
Resistencia al Poder: crítica radical al ejercicio del poder y propuesta de construcción
de nuevos poderes desde los pueblos.
Movilización
de comunidades de San Juan Sacatepéquez, julio 2010. Marcha desde San Juan
hasta la capital y manifestaciones para exigir la cancelación del proyecto
cementero en 12 comunidades. Contó
con la solidaridad de organizaciones sociales ubicadas en la capital.
Huelga de hambre y cierre de la Universidad San Carlos, agosto 2010, por la recuperación de la educación y la universidad públicas.
Marcha indígena campesina (marzo 2012). Caminata desde Cobán y marcha en la capital, que logró articular a organizaciones de mujeres, feministas, de derechos humanos, sindicales, sociales, etc.
Marcha indígena campesina (marzo 2012). Caminata desde Cobán y marcha en la capital, que logró articular a organizaciones de mujeres, feministas, de derechos humanos, sindicales, sociales, etc.
Movimiento
y manifestación Todas y todos somos Barillas, 15 de mayo de 2012, en rechazo al
Estado de Excepción en Santa Cruz Barillas y la implantación violenta de un
modelo de desarrollo. Involucró a organizaciones de Barillas, Huehuetenango y
movimientos sociales (indígena, sindicatos, feminista, lésbico, comunicadores)
de la capital.
Construcción
de propuestas de sociedad alternativa, en el marco del Buen Vivir, desarrolladas de
forma sistemática por movimiento de mujeres, feminista, social, indígenas, organizaciones
y pueblos en resistencia, desde 2006
hasta la actualidad. Evidencian que existen propuestas para superar el actual
modelo de Estado y desarrollo.
Movilizaciones
para exigir la revocación de la Ley Monsanto (privatización de la
biodiversidad),
desarrolladas en agosto y septiembre de 2014 de forma simultánea en varios
departamentos. Permearon a diputados y partidos opositores que dieron marcha en el
apoyo a la ley. La demanda articuladora fue la defensa de los bienes y la vida
frente al acaparamiento de las empresas.
Movilizaciones
en Huehuetenango para acompañar y exigir la libertad de presos políticos y el
fin de la persecución política. Desarrolladas desde 2012, con la consigna
de la solidaridad humana y política. Involucran a un conjunto diverso de
organizaciones y personas.
Cuando sectores urbanos despertaron, los pueblos y comunidades estaban ahí
Cuando sectores urbanos despertaron, los pueblos y comunidades estaban ahí
La reflexión no va
en la línea de confrontar movilizaciones ni organizaciones sino de
complementarlas. La actual coyuntura (de continuidades y rupturas) obliga a la articulación de visiones y acciones,
desde identidades y procesos propios.
Por parte de
sectores urbanos, el reto es visibilizar los aportes de las luchas campesinas,
indígenas, de comunidades y organizaciones. Estas luchas son fundamentales para
develar la naturaleza corrupta, criminal, violenta y excluyente del modelo de
estado (más allá de las personas); y para construir un nuevo modelo
de organización, que modifique de raíz el Estado actual. La historia de la dignidad, contrario a lo
que afirman algunos columnistas y líderes conservadores, pero también
dirigentes políticos y sociales (despertar
patriótico, la manifestación más masiva de la historia contemporánea, la primera y singular que convocó a todos los
sectores), no empieza a escribirse el 25 de abril.
A algunos de los
participantes en las marchas urbanas (medios de comunicación corporativos,
líderes de opinión de grupos conservadores, miembros de organizaciones
empresariales) es lícito preguntarles: ¿el apoyo expresado a las marchas se
extiende a todos los movimientos en reclamo de sus derechos y de la decisión de
las comunidades sobre sus territorios? ¿O se traza una línea insalvable: esta
manifestación sí, las otras no?
Por parte de
pueblos, comunidades y organizaciones tradicionales, es importante prestar
atención a nuevos actores que en ocasiones cuestionan formas de organización
donde no se sienten representados y construyen sus propias demandas y formas organizativas.
En ambos casos, es
primordial asumir críticamente que los esfuerzos desarrollados hasta ahora son
todavía tímidos para incidir en los
poderes constituidos: antes y después del 25 de abril, no estamos todos los que
debemos estar en este proceso (¿creciente?) de indignación y propuesta, que
pretende acabar con la corrupción, transformar el modelo político y construir
una nueva sociedad basada en la solidaridad, el respeto, el consenso, los
derechos de las colectividades.
Conducción estratégica de las diversidades
Conducción estratégica de las diversidades
Los retos
organizativos, de articulación, de diálogo, son muchos, acordes con la
complejidad de la coyuntura. Se trata de proponer avances concretos al tiempo
que se mantiene el proyecto estratégico; se impone crecer y acumular para cambiar la
correlación de fuerzas.
Propongo estos puntos
para el debate organizativo:
1) la posibilidad de una conducción política que no uniformice sino fortalezca
diferentes expresiones de lucha a partir de un proyecto político ideológico;
2) la
necesidad de que las clases medias y los sectores no se autoconstituyan como
vanguardia de las luchas;
3) la
constitución de un paradigma organizativo plural.
Unidad
en la diversidad
La propuesta de
unidad en la diversidad garantiza la conducción política a partir de la
claridad del proyecto que defendemos, y la capacidad de articular diferentes
iniciativas para impulsar este proyecto. La conducción no es, como se ha
entendido muchas veces, la centralización en la toma de decisiones ni la
homogeneización de pensamientos. La socióloga argentina-cubana Isabel Rauber, que visitó Guatemala en enero de 2012, conceptualiza la unidad en la diversidad como un ejercicio de unidad sin univocidad, y diversidad sin dispersión.
La
conducción del movimiento no recae en los sectores urbanos
La centralidad de
las luchas urbanas y de clases medias se reflejó en otros momentos históricos:
la revolución del 44, el movimiento revolucionario, la subordinación de luchas
sociales a luchas político-partidarias, todavía vigente. Esta centralidad de
elites urbanas y clases medias (implícita en algunos de los mensajes que
llamaron a la marcha del 25) debe dar paso a una visión de luchas
complementarias, articuladas alrededor de nuevos proyectos de vida construidos
desde comunidades, pueblos, organizaciones y personas, con carácter amplio,
articulador e incluyente.
Pluralidad
de tiempos, espacios y sujetos
Los diferentes tiempos políticos e identidades históricas no deben ser obstáculo. Se trata de desarrollar el “arte del encuentro: la creación de vínculos, entre
las situaciones, las herramientas, los dispositivos, los tiempos, los saberes, los conceptos, las
imágenes, las situaciones, las herramientas, afirma el
filósofo Amador Fernández Savater. Para él, es válido reflexionar sobre el
paradigma de “revolución multicapas y
multicanales” lo que significa que “no hay un punto privilegiado que marque los
ritmos, las posiciones y el sentido de la acción a los demás: los plazos
electorales, la coyuntura...Lo que hay es una pluralidad de tiempos, espacios y
sujetos, todos ellos preciosos y necesarios en tanto que plantean, con el
cuerpo y en situación, nuevos regímenes de lo evidente y lo deseable”.
Para seguir construyendo
Para seguir construyendo
Los puntos
anteriores tienden a cuestionar culturas políticas hegemonistas, impositivas, permanentemente
descalificadoras, presentes tanto en las organizaciones sociales tradicionales
como en algunas de las visiones planteadas en las redes sociales por los
convocantes a la marcha del 25: la concepción de que existe una forma única o
privilegiada de actuar (la mía), la imposición sobre el diálogo y el consenso,
la carencia de debate y por tanto la masificación de eslóganes y consignas sin
mayores fundamentos.
El futuro es, en cualquier caso, apasionante: conocernos, articularnos, discutir y compartir
proyectos, converger y diferir, fomentar todas las creatividades. Cambiarnos
nosotras y nosotros al mismo tiempo que cambiamos el país.
4 de mayo de 2015
4 de mayo de 2015
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