Andrés Cabanas, 9 de marzo de 2023
La imposición del individualismo en todas sus expresiones (personales y colectivas (desde el deseo de consumo hasta el voto delegado), por encima de la empatía y la colectividad, es un gran triunfo del capital. Se normalizan formas competitivas e insolidarias de entender, ser y actuar en este mundo, que destruyen el nosotras y nosotros, las comunidades y la vida que sostenemos y nos sostiene hasta ahora.
Este individualismo no se propaga exclusivamente en los centros de reproducción del poder dominante, sino también en muchos espacios sociales, organizados, en los que la competencia y la priorización del yo político sobre el conjunto, avalan decisiones y liderazgos verticales, no consensuadas y/o no relegitimadas, carentes de reflexión y construcción colectiva.
El cultivo de lo individual va acompañado del pensamiento único y descomplejado, lineal, sin matices, construido con fragmentos inconexos, generalmente carente de historia pasada y futura, que fácilmente conduce a la verdad incuestionable e irrebatible, también presente como paradigma en espacios diversos.
Así, el pensamiento adecuado en una sociedad edificada para la individualización es
esquemático, estático, acrítico y homogeneizador. Es la verdad o la razón del
más fuerte o de quien tiene medios más adecuados para difundirla. Esta razón y
esta forma de razonar niegan cosmovisiones milenarias, integrales y
totalizadoras (totalizar en el sentido de abarcar diversas ideas,
acciones y actorías, así como sentidos múltiples de vida), construidas para la
interrelación de todos los seres vivos y elementos que conforman la existencia.
También de saberes recientes, como los saberes feministas que, al situar la
vida en el centro de su proyecto político, constituyen otros referentes de integralidad
y articulación.
La
respuesta a la depredación cultural (cultural-económica-política-simbólica-de
los usos del poder) tiene que ser igualmente cultural, desarrollando y visibilizando especialmente
las acciones que ya están sucediendo y los múltiples momentos de interrupción
del espacio-tiempo de la dominación, que es el espacio tiempo de la persona en
individualidad, para reconstruir el espacio tiempo de la persona completa, en
colectividad.
Por poner
algunos ejemplos de lo anterior, los proyectos de soberanía agrícola y
económica (huertos, tejidos), la autogestión comunitaria sin estado (Los
Copones, ejercicio de las autoridades mayas comunitarias), las propuestas más
allá de este estado (estado plurinacional), los esfuerzos por desconocer la
imposición del español como única lengua en los espacios públicos y sociales (Maya' ixoqi' öj k'o wawe), las
irrupciones de nuevas sujetas políticas, con otras ideas y formas de
entender la política, el cuestionamiento de destinos predeterminados y fatales,
la exaltación de la alegría, el placer y la esperanza como proyectos políticos, el arte y la capacidad de dibujar nuevos mundos queridos.
En fin,
todas esas acciones, públicas o privadas, nacionales o focalizadas, mediáticas o
prácticamente desconocidas, que hacen frente al gris y unipersonal destino que nos quieren
imponer y echan a andar los sueños colectivos.
Me parece un artículo sumamente innovador, creativo, que expresa los caminos de andar por la vida a través de la identidad con el colectivo y reivindica el abrazo y la alegría como el sustento para caminar. Muchas gracias Andrés, por explotarnos las cabezas para sostener esos mundos nuevos que ya existen donde cabemos todxs.
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