La patria del criollo es también el país ficticio, ese que funciona para unos pocos y que está construido con violencia (no solamente física, sino imposición sin diálogo), con sopor y somnolencia paralizantes (en vez de sueños compartidos), y con mentiras que ocultan la apremiante realidad de injusticias.
Cada informe de gobierno condensa, en centenares de folios y unas pocas frases de impacto, este ejercicio de fabulación y simulación. El pasado informe presidencial redundó en tópicos utilizados en anteriores comunicaciones: por primera vez en la historia, un modelo de gestión a nivel mundial, un hito sin precedentes… Especialmente, el informe deja para la historia en minúsculas (o para el registro anecdótico) un titular que dice así: «Mientras el mundo se caía a pedazos, Guatemala resistía».
Hoy, el lenguaje que nombra la acción política real abunda en generalizaciones, imprecisiones, lugares comunes, frases rimbombantes, ausencias. En tan pocas palabras, el presidente negó, confundió, exageró y finalmente ignoró:
-Negó el crecimiento exponencial de la pobreza, con gran impacto en la salud de niñas y niños y en la agudización de la desnutrición, uno de los principales síntomas de la injusticia estructural. El mantenimiento de cifras de crecimiento económico es beneficioso para unos pocos y agresivo para los demás.
-Ignoró las miles de muertes evitables por COVID y otras enfermedades, atribuibles a la carencia de un sistema de salud.
-No reconoció el papel de las y los migrantes que, desde el inicio de la pandemia, incrementaron en más de un 30% el envío de remesas, a costa del desarraigo, las rupturas familiares, culturales y comunitarias, y su derecho a vivir en la tierra de su elección, preferentemente en la que las y los vio nacer.
-Pasó por alto el aporte de comadronas, promotores de salud y sus saberes ancestrales, autoridades comunitarias y en general las formas de organización propias de las comunidades, claves para reducir el impacto del COVID y para impulsar estrategias de salud y vacunación.
-No lo mencionó pero sabemos que la Guatemala que resiste es, precisamente, la que se opone a las políticas elitistas de este y anteriores gobiernos. Contra el Estado y no con este Estado.
-Se le olvidó hablar de pueblos indígenas y mujeres como sujetos y por tanto actores demandantes, ignorados por las políticas públicas.
No obstante, el falseamiento de la realidad, tan propio de esta administración y de su vocero principal, Alejandro Giammattei, no funcionaría sin la aceptación de la población y la dificultad para contrarrestar el simplismo oficial, desconectado de la realidad. Abunda la indignación ante la constatación de las mentiras y omisiones varias veces amplificadas, sin que despunte la capacidad de contraponer una comunicación fundamentada en datos y argumentada, que genere debate y un replanteamiento de la verdad oficial.
El país multireal, diverso, pacífico, no complaciente ni pasivo ante las injusticias, solidario, crítico de la gestión del Estado y el alejamiento del bien común, debe emerger ante la saturación de fanfarrias y verdades a medias, la fabulación de un país que solo existe en la mente de Giammattei y de los poderes dominantes de antes y de ahora.
Andrés Cabanas, 21 de enero de 2022.
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