Me cuesta encontrar la banda sonora que me de sosiego en estos tiempos inesperados y convulsos, y se que la necesito para sentir la soledad un poco más acompañada. Así que me la paso zapeando y brincoteando entre las viejas canciones conocidas y las nuevas del mundo distinto que apenas asoma su cabecita: ya sabemos que, más que en un momento de cambios, estamos todavía en fase de cambios continuos en cada momento.
Así que mi recorrido musical a la intemperie convoca anárquicamente las lluvias que suenan fuertes y tristes en los techos del MP y la institucionalidad carcomida; los breves, brevísimos espacios en los que no está la coyuntura desbordante; aquellas notas que dicen yo no quería manifestar porque tengo mucho trabajo pero, ni modo, pasaba por aquí y no me pude, no me pude resistir; no puede faltar Öj xe'el, öj ixïm, somos raíz y somos maíz de Ch'umilkaj; en fin, no sé por qué ni cómo me la paso recordando a las mujeres del Cuá que bajaron de los cerros, a las hijas de la montaña que no quisieron hablar, posiblemente porque hoy continúan bajando de las montañas y los pueblos, las energías de quienes resisten siempre y reconstruyen cada día otros mundos milenarios y mejores.
Para muchas situaciones no hay música que consuele. En el lodazal de la institucionalidad y las políticas disque públicas en Guatemala, actuar con apego a la constitución y la ley es un acto de valentía (Tribunal Supremo Electoral), el Presidente garantiza dejar el cargo el 14 de enero de 2024...en manos de Manuel Conde, y se puede manosear a la carta el Estado de derecho asegurando que se defiende (CACIF).
Afortunadamente, suenas voces plurales y diversas, nuevas melodías de guerreras y guerreros del amor que cambian la corrupción por el coraje de sus jóvenes manos, sus ideas y fuerzas renovadas.
Que role.
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