La
retirada de Hidro Santa Cruz de Barillas
Andrés Cabanas, 29 de diciembre de
2016
Hidro Santa Cruz se va de Barillas,
según el escueto comunicado emitido el pasado 22 de diciembre. La retirada de
la empresa oficializa lo que era práctica y hecho consumado: las deudas adquiridas
ante financiadores internacionales, la demanda interpuesta por socios del
proyecto, la falta de avance de la obra, la defenestración o retirada de importantes
valedores políticos (gobierno patriota,
anterior embajador español), la inmanejable conflictividad social y la
persistencia de la resistencia de una “parte
respetable” de la población (según reconocen finalmente los propietarios
españoles de Hidro Santa Cruz) imposibilitaron el desarrollo del proyecto.
La salida del territorio de Barillas de
Hidro Santa Cruz no es un hecho menor. Cuando una empresa abandona su inversión
sin conseguir sus objetivos, se agrieta el proyecto de despojo. En la fase
actual de acumulación del capital, los proyectos se interconectan en actores,
operadores políticos, financiadores,
estrategias de intervención, sociedades, ganancias. El patinazo estrepitoso de
uno de esos proyectos no puede analizarse aisladamente.
En el caso concreto de Hidro Santa Cruz, el fracaso empresarial agudiza la crisis de un modelo político (el proyecto patriota -neoliberal militar- que apostó por la violencia y la ilegalidad o la legalidad a la carta) y la crisis de un Estado heredero de la contrainsurgencia, construido para el despojo. Demuestra, de forma complementaria, que la razon empresarial y transnacional es tan violenta como frágil.
En el caso concreto de Hidro Santa Cruz, el fracaso empresarial agudiza la crisis de un modelo político (el proyecto patriota -neoliberal militar- que apostó por la violencia y la ilegalidad o la legalidad a la carta) y la crisis de un Estado heredero de la contrainsurgencia, construido para el despojo. Demuestra, de forma complementaria, que la razon empresarial y transnacional es tan violenta como frágil.
Sin embargo, la salida de la empresa no
cierra un proceso de agresión contra la población. La empresa adquirió derechos (por ejemplo sobre los
terrenos) sin que hasta la fecha haya aclarado el destino y la utilidad de
estos terrenos (venta, transferencia a otra empresa, alquiler, congelamiento
hasta que existan condiciones para el retorno). Por otra parte, la marcha de Hidro Santa Cruz no vincula ni compromete la
retirada de las empresas y los dueños españoles, particularmente activos
durante las últimas semanas: David Castro Valdivia, Luis Castro Valdivia y Fernando Rodríguez continúan todavía presentes en el país (entre
otras, con la sociedad Hidraes ingenieros consultores, de David Castro) y/o han
realizado movimientos societarios recientes y masivos: constitución de siete
sociedades el 3 de noviembre de 2016, cuyo rastro hasta Guatemala es
conveniente seguir. Asimismo, la huida de HSC puede dificultar investigaciones
sobre redes de corrupción y criminales, a partir de la apertura de una oficina
de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, en
Quetzaltenango.
Cuál es el destino de los terrenos
adquiridos mediante engaño, qué sucede con las empresas matrices, cómo se
determinan las responsabilidades adquiridas por el daño causado a la población,
de qué manera se obliga a los propietarios españoles de la hidroeléctrica a
responder ante la justicia por la violencia y delitos cometidos, son preguntas
(y escenarios) pendientes en la intensa disputa empresa-comunidades: el
conflicto interrumpido pero inacabado. Una
retirada sin mayores costos, más allá del tibio reconocimiento de errores expresado en el comunicado, debe ser impedida. La vigilancia de nuevos proyectos extractivos o de la
reconfiguración del actual, la devolución de terrenos adquiridos ilegalmente,
la investigación de las acciones ilegales cometidas por la empresa y otros
actores (estructurales criminales), el resarcimiento como garantía de no
repetición de hechos similares, se integran a la agenda de la resistencia.
El desarrollo insostenible
La marcha de Hidro Santa Cruz es un
triunfo de la población que solicitó reiteradamente su salida: no es un simple
distractor de la empresa, aunque antes, durante y después de la salida se
sucedan maniobras para minimizar el
impacto de lo sucedido. La resistencia comunitaria, con apoyo nacional e
internacional, derrotó la persecución, la criminalización, el encarcelamiento
de dirigentes, los intentos de cooptación, la estatalización de los intereses
de la empresa: es decir, la configuración del Estado a la medida de la
hidroeléctrica.
Concebido como proyecto modelo
(articulación de actores, forma de intervención, caballo de troya de otros
proyectos energéticos) la oposición a Hidro Santa Cruz fue también el referente
para contener este enfoque: una forma de decir no al militarismo en tiempos de
paz y al despojo en tiempos del Estado (teóricamente) orientado al bien común.
El comunicado oficial de la empresa distribuido
de forma coordinada por todos los medios corporativos afirma que el proyecto
hidroeléctrico Cambalam era necesario pero se volvió inviable. Esto, como la mayoría de las afirmaciones empresariales,
es una verdad a medias o una mentira disfrazada. El punto de no retorno para la
salida de Hidro Santa Cruz comenzó cuando la empresa impuso una visión de
desarrollo ajena a la visión de la población: el desarrollo como beneficio
individual y no como proyecto de vida colectiva; como imposición y no como
consenso; como intervención ajena y no como construcción desde la comunidad.
Corresponde, ahora, recuperar esos consensos y definir –desde los saberes comunitarios- la ruta hacia otro desarrollo justo y digno.
Corresponde, ahora, recuperar esos consensos y definir –desde los saberes comunitarios- la ruta hacia otro desarrollo justo y digno.
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