Entre Estados Unidos, Daniel Ortega y el CACIF: la revolución pendiente


Andrés Cabanas 
Las imágenes corresponden al 6 de febrero de 2018. En ellas aparecen -parados- Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, y Antonio Malouf, en ese momento presidente del poderoso y ultraconservador Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras de Guatemala, CACIF.

No se puede saber con la simple visión de las dos fotografías, por eso lo cuento: Malouf viajó a Nicaragua para invitar al mandatario nica al Encuentro Empresarial de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, Antigua Guatemala, 15 y 16 de noviembre, un gran cónclave que reúne a las élites políticas y económicas latinoamericanas.

Las fotografías se tomaron antes de la ruptura del pacto entre empresarios (nicaragüenses y centroamericanos), los Estados Unidos, la jerarquía de la iglesia católica y el gobierno, que sostuvo el régimen orteguista durante once años.

A través de estos acuerdos, Ortega y el Ejecutivo garantizaron certeza jurídica para las grandes inversiones nacionales y transnacionales (lo que explica el incremento de la desigualdad y la concentración de la riqueza en Nicaragua durante los últimos once años, paralelamente a la reducción de la pobreza), mientras que los empresarios y Estados Unidos sostuvieron políticamente a un gobierno corrupto y autoritario, enormemente limitado en su capacidad de construcción de un proyecto transformador. Este entendimiento llegó a ser considerado un modelo político ideal para impulsar negocios, el gran sueño de la pax neoliberal, que solo se logra con la violencia o con la renuncia a los principios.

Para facilitar lo anterior, el instrumento revolucionario Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, se redujo a maquinaria electoral y burocrática para la gestión del poder estatal, sin debate, sin asamblea, sin proyecto revolucionario, sin movilizaciones contestatarias y críticas, como denunció el fundador del FSLN y comandante de la Revolución, Henry Ruiz. Se anuló progresivamente el proyecto popular construido por la revolución en los años 80, en favor de un esquema hecho por y para las élites empresariales, internacionales y del FSLN.

Hoy, Estados Unidos, los empresarios y la iglesia se distancian de Ortega, pero no se entiende la crisis, las tensiones que definen la correlación de fuerzas y los espacios para soluciones continuistas o transformadoras, sin los prolongados pactos previos. La desavenencia entre los actores mencionados (o el sálvese quien pueda, frase que bien pudo haber sido inventada por un empresario), responde al esfuerzo de Estados Unidos y los empresarios para no salir perjudicados y lograr posicionarse tras el estallido de abril.

Dónde queda la Revolución


El comunicado del Gobierno de Nicaragua con motivo de la conmemoración del 39 aniversario de la Revolución es la mejor confirmación de la renuncia del orteguismo sandinista a un proyecto popular: cinco referencias a Dios, cuatro referencias a las familias, una referencia a ritos satánicos (de la oposición), una referencia a la revolución, una referencia a Rubén Darío, una referencia a Sandino, ninguna a los fundadores de la revolución, los que por cierto sí son recordados por los sublevados desde abril, como el poeta Leonel Rugama, cuya diatriba a la Guardia Nacional somocista (que se rinda tu madre) inspira hoy los tranques y la resistencia.

Seguimos leyendo el comunicado: cero reflexión política, demasiadas mayúsculas, un montón de providencialismo y cultura política pragmático-resignada, en el sentido que definió Andrés Pérez Baltodano. Vale la pena analizarlo y tomar partido, para distanciarse del Partido.

Pero la deriva autoritaria y elitista del sandinismo orteguista no empieza en 2018. La insurrección de la conciencia (revista Envío), protagonizada por feministas, campesinos, estudiantes y jóvenes, da rienda suelta a la indignación acumulada durante años y décadas, por sucesivas violaciones a los derechos del pueblo nicaragüense: violación de Ortega a su hijastra, pacto con el ultra conservador cardenal Miguel Obando, prohibición del aborto terapéutico, alianzas con el liberalismo corrupto de Arnoldo Alemán, represión al movimiento feminista, fortalecimiento del modelo económico neoliberal, despojo de tierras a campesinos en el Gran Canal, familia tradicional y moral católica conservadora, como base de la sociedad. "Extractivismo, misoginia, nepotismo, criminalización de la protesta. En el aniversario de la revolución sandinista que derrocó a la dictadura, conocemos las claves por las que los movimientos sociales se han alzado contra el gobierno de Daniel Ortega" afirma la revista feminista Pikara Magazine.
La insurrección de la conciencia, revista Envío
19 razones para que Ortega se vaya este 19 de julio
Dicho lo anterior, las preguntas y las dudas sobre escenarios de hoy y futuros, son inquietantes.

¿Están EEUU y los empresarios detrás de las movilizaciones en Nicaragua? Of course, always, wherever.

¿Tienen la capacidad de orientar la agenda hacia lo que en Nicaragua se denomina “aterrizaje suave”, es decir, una salida favorable a sus intereses? Sin duda. Este aterrizaje suave puede incluir un nuevo compromiso con Ortega para la entrega ordenada del poder, a cambio de impunidad.

¿Son mayoría a la hora de tomar decisiones, en el espacio del diálogo nacional y espacios internacionales? Lo son, en este momento su peso es determinante.

¿Entonces la posibilidad de un triunfo de fuerzas populares que

¿Estados Unidos y empresarios controlan y orientan todas las fuerzas, todas las protestas, todos los sectores que salen a las calles, toda la energía y creatividad movilizadas? Ni en sus mejores sueños.

Por ello, la lucha por reconstruir proyectos revolucionarios, sobre bases éticas, transformadoras, plurales y de radicalidad democrática, es el desafío.

Viva el 19 de julio.

Viva el sandinismo y la revolución.

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