Después de Filgua


Filgua 2024 nos deja la creatividad y el empuje de autoras y editoriales que producen en idiomas mayas (en menor proporción en idiomas xinka y garífuna), sin apoyo institucional y en contextos de racismo latente y folclorización.

Sin embargo, la mayor presencia artística y literaria de los pueblos originarios no es aún coherente con la implantación territorial y sobre todo social  (primera y/o única lengua de al menos la mitad de la población), así como la relevancia y actoría política de los pueblos indígenas (especialmente desde el levantamiento de 106 días de 2023) no logra traducirse en capacidad de decisión y, más concretamente en mejora de condiciones que permitan una vida digna.

La deuda histórica del Estado monocultural y monolingüe (funcional al Estado-finca) con los pueblos indígenas se mantiene. Más allá de lo que el Estado hace o deja de hacer, lo radical es que se mantiene un pensamiento que desconoce conocimientos y cultura de los pueblos, entendida la cultura en un sentido amplio que abarca desde la indumentaria hasta formas de organización económica y sociopolítica, pasando por idiomas, artes, cocina, prácticas agrícolas, espiritualidad y valores. A pesar de las continuas muestras de agotamiento e inviabilidad de nuestro modo de vida actual (modelo de desarrollo económico y de organización política), este pensamiento se niega a asumir planteamientos necesarios y posibles de los pueblos originarios, sustentados en el apoyo colectivo y comunitario, el equilibrio y relaciones de respeto entre las personas, y de no depredación y armonía con la naturaleza, entre otros muchos aspectos.

Esta deuda o este déficit no puede ser endosado solamente al modelo económico y al grupo de familias dominantes desde la invasión. Debemos reconocer la pasividad o falta de proactividad, cuando no aceptación, por parte de grupos subalternos, incluso aquellos organizados en movimientos sociales y organizaciones de carácter emancipador.

La plurinacionalidad como práctica organizativa (además de objetivo y estrategia), los pueblos indígenas como sujetos políticos -no secundarios ni subordinados-, la propuesta de indigenización de la población ladina o mestiza (sustituyendo al mestizaje que desconoce historias de opresión y relaciones de poder), no son suficientemente considerados o son adversados por muchas organizaciones y líderes, además de población urbana organizada, para los que el español continúa siendo lengua vehicular, el modelo de desarrollo vigente (levemente reformado) el referente y las demandas de los pueblos son poco más que luchas identitarias.

E k’o juk’al ka’i’ maya’ taq ch’ab’äl chuqa’ xinka chab’äl chuqa’ garífuna chab’äl. ¿Achike ruma yojtzijon, yojtz’ib’an xa xe pa kaxlan ch’ab’äl? Konojel winaqi’ pa Chi Iximulew k’o chi nqetamaj jun maya' ch’ab’äl.






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