Andrés Cabanas, 17 de agosto de 2014
En el ensayo Capitalismo camaleón. Geopolítica de captura de los ciclos vitales, el boliviano Raúl Prada Alcoreza plantea que “El imperio, el orden de poder mundial, se propone una nueva era de ocupación, captura y dominio sobre los cuerpos y sus ciclos vitales (…) una nueva forma de conquista y colonización”.
En el ensayo Capitalismo camaleón. Geopolítica de captura de los ciclos vitales, el boliviano Raúl Prada Alcoreza plantea que “El imperio, el orden de poder mundial, se propone una nueva era de ocupación, captura y dominio sobre los cuerpos y sus ciclos vitales (…) una nueva forma de conquista y colonización”.
Esta renovada etapa persigue el dominio, para
su conversión en mercancía, de todos los bienes existentes. Opera a partir
del abuso del poder político y la persecución violenta de personas,
organizaciones y comunidades. Se concreta – añade Prada Alcoreza-, en el control de "territorios, cuerpos y mentes".
En
Guatemala, la recién sancionada Ley para la Protección de Obtenciones Vegetales es
parte de esta ofensiva (privatización del origen de la vida y los conocimientos
colectivos y ancestrales[i]).
Asimismo, el interminable ciclo de violencia contra las mujeres (como base del
control para la acumulación y reproducción del sistema); la exploración de
nuevos e ilimitados negocios, sin importar el costo ambiental o humano; las
amenazas de privatización del agua; la legitimación social del autoritarismo; la
construcción de un orden social y político malthusiano, basado en la primacía
de los derechos mercantiles y en la imposición violenta.
Con
crudeza, los objetivos de la agresión están definidos y las estrategias son
claras: utilización simultánea de la ley y el garrote; autoritarismo
(dictadura) todavía bajo formalidad democrática; disolución de una idea consensuada
de país (que explica el rápido deterioro de valores); mercantilización de los
corazones y las conciencias; saturación de violencia.
La
ofensiva para viabilizar proyectos económicos es brutal y no desmaya: miles de
perseguidos, centenares de personas con orden de captura, presos políticos y
asesinados. Solamente en tres días de agosto, la represión operada
institucionalmente ha provocado –en territorio q´eqchi´de Alta Verapaz- dos personas asesinadas, aproximadamente 30 capturadas, terror generalizado, con
desplazamiento de población[ii].
Destrucción o reconstitución
La captura de los ciclos vitales va más allá de la (histórica) explotación de la fuerza de trabajo, del pago de tributos, de los encomenderos y la encomienda. No es un proceso completamente nuevo, pero su envergadura y voluntad totalizadora le confieren un carácter de "dominio
de espectro completo" (Ana Esther Ceceña), que incluye el sentido y el
destino de la vida.
Parece
obvio que esta ofensiva no se va a detener por sí misma: es una Ofensiva final, ejemplificada en la
maximización de utilización de la fuerza en Monte Olivo, Alta Verapaz. Tras
ella solo parecen asomar la Destrucción
o la Reconstitución (que planteo, siguiendo a Asociación Maya Uk´u´x B´e, como
proceso simultáneo de reconstrucción del pasado y construcción de nuevas
propuestas).
El esfuerzo de las luchas sociales no debe
detenerse, entonces, en la reacción o el lamento ante cada una de las fases de esta
ofensiva y guerra total. Se trata de detener la espiral destructiva,
construyendo propuestas que disputen y promuevan otros sentidos:
economía para la vida y no para el
beneficio de unos pocos;
relaciones de solidaridad,
colaboración y afecto entre personas y naturaleza, en vez de relaciones de
dominio y poder;
desmercantilización de la
cotidianidad y las mentes;
promoción de democracias
comunitarias.
Estas
y otras propuestas (refundación del Estado hacia la plurinacionalidad, o la construcción de una nueva organización
social y política) fueron discutidas en el IV Congreso de Pueblos, Comunidades
y Organizaciones desarrollado el 7, 8 y 9 de agosto, así como en otros
espacios: Consejo de los Pueblos, comunidades en resistencia…
Los
retos son complejos, no sólo por la envergadura del proyecto de dominación y
sus lógicas vigentes de tierra arrasada,
sino por la debilidad del proyecto de reconstitución de una lógica de vida: las "causas internas de nuestra actual derrota" (parafraseando a Manuel Galich).
La
reconstitución sólo puede hacerse desde la articulación de esfuerzos y
proyectos, con la incorporación de sectores hoy indiferentes o enojados sin
propuesta (en estado de "furia contenida",
según análisis cualitativos recientes realizados por el Instituto de Problemas
Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala, IPNUSAC; sectores
mayoritarios, afirma este Instituto).
La
reconstitución se consolida a partir de la continuidad ética, innegociable,
entre discursos y prácticas, entre la acción íntima y la propuesta pública (por
ejemplo, el compromiso de cero tolerancia con la violencia hacia las mujeres,
nunca explicitado por las organizaciones sociales).
La
reconstitución debe confrontar dialécticamente el Código y propuesta de Vida (Isabel Rauber) con el código muerte,
que conlleva su propia zona de beneficio y confort (consumismo, sentido de
pertenencia e identidad a partir de la posesión acumulativa, expresados en el modelo de desarrollo vigente). Así, el Código
Vida no va a masificarse sin debate, sin esfuerzo.
La
reconstitución implica argumentación, diálogo, disensos y consensos,
convencimiento, construcción colectiva de ese nuevo Código, no la exposición de
un decálogo prefabricado de una nueva vida.
La
reconstitución se fortalece si abandonamos la reactividad de las protestas (que
esconde a menudo los vacíos de la argumentación), para fundamentar y complejizar
el debate y las propuestas.
La
reconstitución constituye apuestas de futuro y compromisos para el hoy; implica
cambios institucionales y personales, planteamientos públicos, privados e
íntimos. Sueños y guía de actuación cotidiana.
A
la captura de ciclos vitales se responde con la defensa y preservación de los
mismos. A la dominación de espectro completo, con estrategias integrales de
defensa, construcción y articulación. La
reconstitución precisa, así, de acciones concretas y de cambios organizativos
inaplazables, que permitan transitar de visiones y actuaciones fragmentadas,
defensivas, aisladas, sectarias y competitivas, a una acción
colectiva, diversa y complementaria, para la disputa del poder.
¿Estamos
preparadxs para el reto?
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