Juntas y juntos

El mayor fracaso de los procesos de articulación/confluencias/trabajo conjunto entre partidos (progresistas, de izquierda, democráticos e impugnadores) no fue la ausencia de logros, sino el apenas intentarlo. Mientras en espacios de debate de colectivos de base, en publicaciones y estados de opinión manifestados a través de redes sociales, se percibió un sentir favorable a que aquellos partidos realizaran todos los esfuerzos posibles para definir caminos conjuntos de lucha, las respuestas partidarias fueron frustrantes. No se pudo, porque aquellos no piensan igual que nosotros, los de más allá no son suficientemente revolucionarios o son demasiado revolucionarios, aquelotros son débiles y con los débiles no se negocia. Punto final, se acabó la discusión.   

Una visión reduccionista de la articulación se convirtió asimismo en freno para alcanzar acuerdos mínimos: se (dizque) negoció desde y para siglas y organicidades preexistentes, con espacios acotados de poder; los cálculos electorales antecedieron al debate sobre rutas de acción; se plantearon negociaciones de cúpulas, no de colectivos amplios. Las disputas egoístas de liderazgos, individuales o colectivos (la hegemonía de una organización frente a otras) anularon la posibilidad de acuerdos mínimos y/o estratégicos. Finalmente, la responsabilidad de no llegar a acuerdos siempre fue de los demás. 

En vez de tender puentes y generar condiciones para el entendimiento, se optó por alimentar la descalificación del otro, marcadamente hiperbólica y tóxica, imponiendo subjetivamente la idea de la superioridad política y moral de unos dirigentes y organizaciones sobre otros. La apertura, el diálogo y el consenso como instrumentos estratégicos y valores esenciales de la acción colectiva quedaron, una vez más, arrinconados.   

La coyuntura de profundo alargamiento de la dictadura (a la dictadura económica y monocultural se añade la dictadura política que desconoce principios básicos de la democracia formal) tampoco fue acicate para enfrentar de forma conjunta el pacto de impunidad que perpetúa intereses de unos pocos. La decisión fue y es actuar por separado y de forma reactiva. 

¿Es tarde ya? Para el proceso electoral, sí. Nunca para pensar y trabajar por un nuevo, distinto y diverso  pluripaís, desde la radicalidad de nuevas formas de organizarnos y pensarnos, a partir de la pluralidad y el entendimiento de personas, visiones, pensamientos y sentires, y la apuesta irrenunciable por trabajar juntas y juntos.  

22 de marzo de 2023 

El idioma que me habita

El kaqchikel no es mi lengua materna, así como Guatemala no es mi primera matria, pero es el idioma que comienza a acogerme, que me permite renovar mi conocimiento, mi mirada, mi mente. Como escribe Cecilia Tuyuc, el idioma que descansa en mi corazón, yatuxlan pa nuk'u'x. 

Una persona en esta tierra de saberes milenarios vive incompleta (man tzaqät winäq ta) si se (le) niega la riqueza de escuchar, hablar, escribir y finalmente, entender otros signos y palabras, herencia de muchísimas historias, sueños y fracasos, regalo que se pierden en el día y la noche de todos los tiempos, nimaläj sipanik xkiya' kan chiqe ri qati't qamama'. 

Es alegre asomarse a este tejido de palabras y vida, colorido como un huipil, impenetrable si hace falta, resiliente como lo son las comunidades que enfrentan el desarollo a costa de la naturaleza y la vida, colectivo porque lo construyen todas y todos. 

Cuidamos los idiomas maternos que nos cuidan y hacen mejores. Tiqachajij ri nab'ey qach'ab'äl. Ri nab'ey qach'ab'äl yojkichajij. 

De sueños colectivos

Andrés Cabanas, 9 de marzo de 2023

La imposición del individualismo en todas sus expresiones (personales y colectivas (desde el deseo de consumo hasta el voto delegado), por encima de la empatía y la colectividad, es un gran triunfo del capital. Se normalizan formas competitivas e insolidarias de entender, ser y actuar en este mundo, que destruyen el nosotras y nosotros, las comunidades y la vida que sostenemos y nos sostiene hasta ahora.

Este individualismo no se propaga exclusivamente en los centros de reproducción del poder dominante, sino también en muchos espacios sociales, organizados, en los que la competencia y la priorización del yo político sobre el conjunto, avalan decisiones y liderazgos verticales, no consensuadas y/o no relegitimadas, carentes de reflexión y construcción colectiva.

El cultivo de lo individual va acompañado del pensamiento único y descomplejado, lineal, sin matices, construido con fragmentos inconexos, generalmente carente de historia pasada y futura, que fácilmente conduce a la verdad incuestionable e irrebatible, también presente como paradigma en espacios diversos.

Así, el pensamiento adecuado en una sociedad edificada para la individualización es esquemático, estático, acrítico y homogeneizador. Es la verdad o la razón del más fuerte o de quien tiene medios más adecuados para difundirla. Esta razón y esta forma de razonar niegan cosmovisiones milenarias, integrales y totalizadoras (totalizar en el sentido de abarcar diversas ideas, acciones y actorías, así como sentidos múltiples de vida), construidas para la interrelación de todos los seres vivos y elementos que conforman la existencia. También de saberes recientes, como los saberes feministas que, al situar la vida en el centro de su proyecto político, constituyen otros referentes de integralidad y articulación.

La respuesta a la depredación cultural (cultural-económica-política-simbólica-de los usos del poder) tiene que ser igualmente cultural, desarrollando y visibilizando especialmente las acciones que ya están sucediendo y los múltiples momentos de interrupción del espacio-tiempo de la dominación, que es el espacio tiempo de la persona en individualidad, para reconstruir el espacio tiempo de la persona completa, en colectividad.

Por poner algunos ejemplos de lo anterior, los proyectos de soberanía agrícola y económica (huertos, tejidos), la autogestión comunitaria sin estado (Los Copones, ejercicio de las autoridades mayas comunitarias), las propuestas más allá de este estado (estado plurinacional), los esfuerzos por desconocer la imposición del español como única lengua en los espacios públicos y sociales (Maya' ixoqi' öj k'o wawe), las irrupciones de nuevas sujetas políticas, con otras ideas y formas de entender la política, el cuestionamiento de destinos predeterminados y fatales, la exaltación de la alegría, el placer y la esperanza como proyectos políticos, el arte y la capacidad de dibujar nuevos mundos queridos.

En fin, todas esas acciones, públicas o privadas, nacionales o focalizadas, mediáticas o prácticamente desconocidas, que hacen frente al gris y unipersonal destino que nos quieren imponer y echan a andar los sueños colectivos.