Nicaragua, voces viejas y nuevas

Andrés Cabanas, 21 de abril de 2018
No podemos ignorar que en las recientes movilizaciones (cuasi insurrecionales) de Nicaragua existe influencia de la Embajada gringa y se desarrolla el episodio nica de la avanzada ultranconservadora continental. Que (oh casualidad, donde lo he visto antes), aparecen los empresarios y aprovechan para romper el pacto con Ortega y preparar el recambio de su gobierno. Intervención imperial, pragmatismos e hipocresía de la mano.

Pero también se visibilizan otras/nuevas demandas y voces: juventud, estudiantes, sandinistas críticos, movimientos de resistencia popular al capitalismo, ambientalistas, feministas siempre silenciadas y perseguidas, campesinos en defensa del lago y la soberanía, militantes históricos de la guerra y el breve gobierno de los sueños y utopías. Voces que se expresan en las calles, en comunicados, en documentos y proclamas que vale la pena estudiar.

El análisis de Nicaragua hoy a partir de las categorías interpretativas de golpe blando, revolución de colores y del examen de un plan desarrollado con precisión quirúrgica por actores externos, no logra explicar las contradicciones internas de una revolución que no fue y que el actual Frente Sandinista de Liberación Nacional -FSLN- y la familia Ortega se empeñan en enterrar cada día. Parece una verdad de Perogrullo pero no es Estados Unidos quien ordena disparar y criminaliza a los manifestantes afirmando que son poquitos y además delincuentes (uy, eso también lo he escuchado antes, verdad Santa Cruz Barillas).El gobierno de Ortega, de motu propio, cierra espacios de diálogo y prefiere los acuerdos de cúpula (gobierno-empresarios) al consenso y las alianzas con sectores sociales.

Hace rato que la revolución popular y ÉTICA (no suelo usar mayúsculas y no lo volveré a hacer, pero en este caso me parece imprescindible) sandinista se estancó, extravió, dejó de interesar: a los empresarios, a los Estados Unidos, a los nuevos ricos del FSLN que optaron por políticas neoliberales y de despojo (Gran Canal) por la cooptación pasiva en vez de la democracia participativa revolucionaria y por la generalización de un pensamiento acrítico (el providencialismo y pragmatismo resignado diría Andrés López Baltodano), absolutizador, fundamentalista.

No somos delincuentes ni de derechas, dicen los manifestantes. La disputa es intensa pero el sandinismo, hasta ahora cooptado por el aparato del FSLN y la familia Ortega, puede encontrar caminos nuevos. No todos los manifestantes lo desean. No sé si los que así lo quieren tengan la fuerza suficiente, entre tantos retos y enemigos. Lo que tengo seguro es que, si lo intentan, no van a estar solos.